miércoles, 3 de noviembre de 2010

Venecia XII








Era dulce la lluvia,
el otoño cayendo sobre mi cuerpo desnudo.
Tus besos desataban la tormenta,
gotas que caían por mi espalda,
en mis hombros y en mi pelo
arremolinado por tus dedos.
Tenía Venecia todas las armas:
una cama grande,
el color del atardecer
y el valor de la constancia
en tu boca y en tus manos
para dirimir y vencer una y mil batallas.








F











4 comentarios:

  1. Venecia siempre tiene y tendrá todas las armas.

    Un saludo

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  2. Lluvia, otoño besos.
    El cuerpo guarda tantos recuerdos...

    Un abrazo.

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  3. Me encantan los tiempos
    entre labios
    que saben recordarse sabanas...


    mas abrazos :)

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