He mirado dentro, en el vacío oscuro y denso.
Sonaba una música lejana,
tal vez los últimos acordes de una guitarra:
el quehacer de la noche interior mientras dormía.
Sonaba una música lejana,
tal vez los últimos acordes de una guitarra:
el quehacer de la noche interior mientras dormía.
Narciso Yepes es el sonido de mi adolescencia. Siempre me pareció magia como tocaba esa guitarra con 10 cuerdas, cuando 6 ya eran demasiado...
ResponderEliminarBesos.
P.D. Que Satie se autoejecute al abrir la página es un rollo, lo sabes *
a ver..es sencillo vas al botón y se para..que raro una mujer como tú con tantas horas de blog...
ResponderEliminargracias por tu comentario.
besos
Una guitarra melancólica, talvez. Abrazos.
ResponderEliminarSon unos versos preciosos y precisos en cada uno de sus acordes. La noche haciendo sus deberes al menos te dejó esta música en ese vacía y densa oscuridad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Preciosos Yepes y Mompou.
ResponderEliminarBuen modo de mirar dentro, hacia el vacío o hacia la plenitud.
Abrazos.
Ja, ja, ja, eres un petardo.
ResponderEliminarNo conocía esta versión de Yepes del Cant dels ocells. Hermosísima, como hermosas tus palabras. Muchas gracias, Fernando.
ResponderEliminarUn gran abrazo.
Y si me permites, desde aquí, ya que no hay manera de hacerlo en aquel pleno vacío, otro gran abrazo para Ybris.
Ese momento, escuchar esos acordes mientras nos invade algo por dentro.. Precioso..
ResponderEliminarUn beso muy dulce