Traen los barcos especias lejanas, nada lleva mi nombre. No quiero perlas, ni joyas, ni canela en rama. Espero una barca que jamás aparecerá en este muelle. Me doy la vuelta despacio, mirando de reojo a pesar de la tormenta, del viento huracanado y de las olas.
Y de repente, a deshora, como una alucinación, una pequeña luz aparece doblando el espigón, saludan con la mano desde la proa, ¡¡espérame!! grita, no te vayas todavía... Y mi alma, sobrecogida, sorprendida... detiene la huída.
Sólo cuenta el instante...
ResponderEliminarParte de ella quedara en ti...
ResponderEliminarBesines poeta
Traen los barcos especias lejanas, nada lleva mi nombre. No quiero perlas, ni joyas, ni canela en rama. Espero una barca que jamás aparecerá en este muelle.
ResponderEliminarMe doy la vuelta despacio, mirando de reojo a pesar de la tormenta, del viento huracanado y de las olas.
Y de repente, a deshora, como una alucinación, una pequeña luz aparece doblando el espigón, saludan con la mano desde la proa, ¡¡espérame!! grita, no te vayas todavía...
Y mi alma, sobrecogida, sorprendida... detiene la huída.
Mme Pompidou.
Exactamente eso, lo perdurable, no podrá irse contigo.
ResponderEliminarSiempre queda algo aún después de la marcha...
ResponderEliminarLos barcos traen lo perdurable, como perdurable son las huellas de estos versos.
ResponderEliminarEnhorabuena poeta.
Un saludo desde el Caribe.
Bye