
Ha crecido la noche en el silencio.
Soy de nuevo el océano respirándote.
Mis caricias recorren tu cuerpo,
te siento estremecida entre mis brazos
cuando mis labios dibujan en tu nuca un corazón
en un ir y venir buscando los recodos de tu deseo.
Hace frío, te aprietas a mí
como si el mundo se acabase
y me susurras mi nombre despacio y al oído
siguiendo el ritmo de las olas,
cuando todavía la galerna es habitable
y somos sólo dos sombras en medio de la nada.
Soy de nuevo el océano respirándote.
Mis caricias recorren tu cuerpo,
te siento estremecida entre mis brazos
cuando mis labios dibujan en tu nuca un corazón
en un ir y venir buscando los recodos de tu deseo.
Hace frío, te aprietas a mí
como si el mundo se acabase
y me susurras mi nombre despacio y al oído
siguiendo el ritmo de las olas,
cuando todavía la galerna es habitable
y somos sólo dos sombras en medio de la nada.
F
Veo una pareja de semidesconocidos observando juntos el mar y su oleaje potente, desde un espigón, que valiente, sostiene su ira...
ResponderEliminarNombrar al amado es hacerlo nuestro, poseerlo, habitarlo. Un beso, poeta (pasadlo bien hoy)
ResponderEliminarUna bonita forma de describir el ritmo del "oleaje". Bonita ilustración también, se nota tu predilección por el mar...
ResponderEliminarEse momentoj preciso: "cuando todavía la galerna es habitable". Perfecta imagen, llena de fuerza y contenido.
ResponderEliminarUn beso.
Laura
Mmmmm... suspiros oceánicos y silencios cálidos en medio de la nada... y eso es un "todo". Fabuloso, Fernando.
ResponderEliminarBesos
Beber su aliento una noche de frio, debe ser un placer inenarrable. Abrazos.
ResponderEliminarVeo una palabra... acurrucados
ResponderEliminarHabitar la galerna mientras es habitable es mucho más que ser sombras en la nada.
ResponderEliminarAbrazos.
"Soy de nuevo el océano respirándote."
ResponderEliminar;)